Es algo natural, tendemos a valorar etapas: que si el nuevo año, que si el nuevo curso (atrás quedan mis tiempos adolescentes), que si el cumpleaños: los 18, los 40, los 80 años… Todo ello daba lugar a intentar responder preguntas tan inquietantes, en su momento, como si lograré tener sexo alguna vez, liberarme de mis padres por más de un fin de semana, o que si se me levantará de la misma manera a partir de los treinta. Dado que hoy es mi cumpleaños pues toca reflexionar un poco. Comencemos por lo más próximo.
Hoy me he levantado sólo, vamos sin compañía (otra vez). Nadie me ha preparado un desayuno que es uno de mis grandes anhelos el día de mi cumple, tomad nota por si queréis quedar bien un día (y una noche). Llevo años teniendo claro que sabría recompensar (y cómo) un acto tan sencillo como ése. También tengo los pies fríos que gustosos se restregarían con lo más caliente que me quisierais ofrecer. En fin, que tengo un problema de temperaturas y claro, como estáis leyendo no sé autorregularme. Que necesitaría de otro (u otros), tampoco vamos a escatimar en cuestión de números.
Por lo demás, uno va notando su evolución, hasta llegar a grandes descubrimientos, por poco creíbles, que parezcan: y es que no sólo de alcohol y resacas vive el hombre… Como en la foto, ver para creer.
Sí, sé que estáis esperando ese pequeño detalle. Hoy como todas las mañanas se me ha levantado (y cómo). Hasta he respirado con alivio…