Es una relación reciente en la que todo está por dar, y hay mucho que recibir. Soy del tipo de personas que me gusta dar amor, a cualquiera, aunque sea algo pasajero de una semana. Mi cariño se extiende más allá del sudor de la piel, más allá de jadeos y sexo tras la medianoche…
Tras quedar para un día más (o una noche) le veo acercarse por la acera. Su andar parece más relajado como flotando, la sonrisa se le ilumina, le brillan los ojos al verme, al acercar sus labios con los míos. Noto, noto el deseo. Ya en mi regazo siento su olor que me trae el recuerdo de la noche pasada…
Conoces poco a poco algo de la otra persona hasta puede que el nombre de su ex pero con ciertas personas… en ciertas ocasiones… llega ese fatídico momento, que todo lo cambia, cuando te llama por el nombre de su ex.
Y a mí es que se me hiela el cuerpo, es un puñal frío en mi corazoncito caliente. Como uno ya ha tenido experiencias de este tipo ya tengo hecho hueco para el puñal pero aún duele. Y si son tres, y no dos o una, las veces que menta al individuo el mismo día pues uno ya no sabe el porqué, y le da por pensar lo poco que va durar él, el ex y sus putos nombres… Que para puñales fríos y cortes me voy a mi cama también fría pero a la que mi corazoncito y alguna lágrima seguro que rápido calienta…