Everything but temptation

diciembre 8, 2008

Relato: cajonera

Filed under: Relatos — Etiquetas: , , , , , , , , , , , — mytemptation @ 11:42 pm

 

Y ahí está, cada mañana es lo primero que encuentran mis manos, tanteando por encontrar y apagar el puto móvil. Tiene tres enormes cajones y acompaña mi vida desde que comparto habitación en un piso de alquiler de una gran capital. Tan grande para que tenga Ikea, tan típico como que me costó horas montarla. Coja y algo desencajada pero importante para lo mío, pues guarda mi vida: mis llaves, mi documentación, mi dinero, mi cartera hasta una foto mía. Sostiene mis vicios: el cenicero, condones, mis porros y de vez en cuando hasta la ceniza mal apagada. Tiene mis huellas, de arrebatos, pasiones y desencuentros. Mi vida siempre se divide en dos: en tu casa o en la mía, el tabaco rubio o los porros, el whisky con cocacola o el whisky solo. Siempre tengo que elegir y lo odio porque algo siempre falla, algo sale mal y el resultado es siempre uno sólo, el mismo, que acabo con las manos vacías.

drawer

Será porque me enfrento a esta dualidad ante personas con las que me relaciono. Aclaración: relacionarse quiere decir sexo. Una es exprés, vamos lo que tardo en meter la caja de condones en la cajonera. Una vez hecho el acto (el de desplazar la caja a su cajonera) la persona, o llamémoslo ansiedad, desaparece de mi mente, así ha sido y supongo que seguirá siendo. Me llenan lo que una noche y ocupan en mi cabeza lo que tardo en poner en mi sitio las cosas que habían quedado en desorden. No quita para que sea pasional y entregado, pero ambos sabemos qué es lo que hay, y mi corazoncillo se autolesiona con facilidad con lo que lo exprés nos ayuda a todos: a la otra persona, a mi corazoncillo y a mí mismo.

La otra manera de relacionarme es cuando llega el amor, o debiera decir ‘eso que llamamos amor’. Y yo lo quiero, se lo digo con palabras y lo demuestro con caricias. Quiero llenar mis brazos y quedarme con eso. Pero es algo que no controlo, mi suerte. Y llega el momento de la despedida, y no quiero. No quiero guardar mis recuerdos en la cajonera, cegar su luz, cegar mi recuerdo. Quizá sea porque pasaba por la ciudad o, tal vez, porque nuestras ocupadas agendas no nos lo permitan pero me quedo sin nada, con los brazos fríos, con mi regazo vacío.

Y lo guardo con cariño, con mi calor. Abro el cajón y lo deposito, en espera de más. Y puede que él regrese porque sí, porque me quería o porque quería repetir. Y una noche más abro cuidadosamente la cajonera, y vuelvo a empujar y meter más, aprieto.

Pero sucede que hoy mi mesilla está llena, de recuerdos, de sentidos. Sucede que hoy, como ayer, tiene el mismo nombre, tiene cara, voz, latidos. Y aprieto. Pero sucede que, de nuevo, se va, se aleja. Y aquí me encuentro, con mis brazos desnudos, perdido en esta tienda. El cartel dice tres o cuatro cajoneras, modelo Kolja o serie Vinstra, y otra vez hay que elegir entre quemar lo mío o seguir acumulando aún más lo que no es sino vacío.

Blog de WordPress.com.